¿Cuánto habrá influido en el derrocamiento de Horacio Vásquez, la extensión de cuatro a seis años del período para el que había sido electo, con el argumento de que para su elección primaba la Constitución de 1908 y no la de 1924?

¿Qué influencias tuvieron en el triunfo de la conjura articulada por Rafael Estrella Ureña los aprestos reeleccionistas del presidente Vásquez a finales del periodo extendido?

La conclusión que se extrae después de leer una obra recién publicada por Manuel García Arévalo y Francis Pou de García, titulada “La caída de Horacio Vásquez y la irrupción de Trujillo, en los informes diplomáticos españoles,” es que el viejo caudillo lo defenestró Gran Depresión de 1929, con la caída de la bolsa de valores de Nueva York.

El libro está basado en los informes diplomáticos del encargado de negocios y cónsul de España en Santo Domingo, Francisco Javier Meruéndano, que con la precisión de un analista rejugado y la fina prosa de un escritor exquisito, describe el panorama que vivió el país previo al triunfo de la revolución del 23 de febrero de 1930, la provisionalidad de Estrella Ureña y los inicios del régimen trujillista, matizados por el azote del Ciclón de San Zenón, al que se añaden los valiosísimos aportes de los autores y citas de otros escritores.

Evidencian que la suerte de Horacio Vásquez fue la misma que corrieron otros gobiernos de la región por los efectos del Gran Crac:

“Lo ocurrido en la República Dominicana tras el golpe de Estado de febrero de 1930, fue un preludio de lo que esta década traería para casi toda América Latina: una estela de derrocamientos en Bolivia (junio de 1930), Perú (agosto de 1930 y marzo de 1931), Argentina (septiembre de 1930) Brasil (octubre de 1930 y julio de 1932), y Panamá (enero de 1931), Chile (julio de 1931 y junio y octubre de 1932 y Ecuador (agosto y octubre de 1931)”.

Una cita del economista Eduardo Tejera ilustra el impacto de la Gran Depresión en la economía dominicana: “La caída de las exportaciones del azúcar fue vertical. Las exportaciones de azúcar pasaron de US$16.9 millones en 1928, hasta US$12.3 millones en 1929 y solo US$9.9 millones en 1930, para una caída de 60%. El cacao bajo de US$4.2 millones en 1928, a US$3.8 millones en 1929 y a solo US$2.7 millones en 1930. Las exportaciones de café se redujeron de US$2.1 millones en 1928, hasta US$1.4 millones en 1930, una reducción del 66%. En términos generales las exportaciones totales se redujeron de 28.7 millones en 1928, hasta US$23.7 millones en 1929 y a US$18.5 millones en 1930”.

Sobre ese particular, el diplomático español apuntó:

“La grave crisis que sufren todas las Antillas últimamente agudizada por los sucesos ocurridos en la Bolsa de Nueva York al producirse la tremenda baja de todos los valores, sucesos que tuvieron honda repercusión en estos países cuyos productos dependen de la cotización de aquel gran centro bursátil, tiene especiales caracteres en la República Dominicana.

“Ni el azúcar, ni el café ni el cacao -que constituye la trilogía económica dominicana – han conseguido buenos precios en los mercados por la tremenda competencia que les hacen los cafés de Brasil, el cacao del África…

“Apenas hay trabajo, el comercio ha reducido hasta el límite de lo posible sus gastos y el crédito, antes liberal, ha sido cercenado…”