Al paso que van las cosas en el país, y a partir de las señales que últimamente nos ha enviado el Departamento de Estado de los Estados Unidos, uno corre el riesgo de pasar del “Yanqui go Home” de toda la vida, al “Yanqui Welcome” de ahora mismo, con perdón.

 Primero fue la llamada del secretario de Estado Mike Pompeo que, posiblemente, ahorró al país el trauma que una segunda modificación constitucional para la segunda repostulación presidencial hubiera representado. La más reciente buena acción del Imperio hacia la democracia dominicana ha sido financiar y promover la observación electoral del movimiento cívico Participación Ciudadana a las primarias del PLD, cuyo informe final presenta -una por una-, las tareas, homework and retos que tiene pendiente la Junta Central Electoral para evitar que se repitan las irregularidades de las primarias peledeístas, como forma de impedir que lo que aquí se celebre en febrero y mayo no sean elecciones, sino “los funerales de la mamá grande”; lo que agrava el hecho de que, hoy, no existe NINGUNA posibilidad de que un partido gane al otro mucho a poco.

 Leyendo el informe final de la observación de PC, uno se entera que, de los doce retos que tiene ante sí la JCE, siete tienen que ver con aplicar las leyes y poco más. Hablo de evitar la compra de votos, prohibir la publicación de encuestas fuera de la fecha indicada por la ley, impedir el proselitismo y la campaña ilegal alrededor de los recintos de votación, o frenar el desmedido uso de los recursos del Estado; prohibir las campañas a destiempo, imponiendo los límites que manda la ley a la propaganda gubernamental, someter los informes de ingresos y gastos de la precampaña de los partidos a un minucioso análisis, y aplicar las sanciones correspondientes a las firmas encuestadoras que violaron la Ley.

Como ven, en lo esencial, la calidad de las próximas elecciones va a depender de que la JCE sea capaz de aplicar la Constitución y las leyes a cualquier precio, y el Poder Ejecutivo (Presidencia) tenga la voluntad política de permitir que la JCE las aplique a cualquier costo.

Mientras tanto, uno agradece al Señor Imperialismo sus desvelos por nuestra democracia. Sin excesos ni aspavientos, pero los agradece. Con su permiso.