Tan grave es la crisis que abate al país, que ya ni siquiera podemos ver la luz al final del túnel... porque el túnel fue demolido por los efectos de la pandemia. “La piña no está agria”... porque ya no hay piñas.
Para tener una idea de la magnitud mundial de la tragedia, digamos que Estados Unidos tiene hoy más de 54 millones de desempleados, y ha perdido un tercio de su riqueza, en una caída solo comparable con la del año 1947, luego de la Segunda Guerra Mundial. Mientras, España ha sufrido una contracción económica de 22% que supera la de los años terribles de la guerra civil de 1936. En el caso de Dominicana, nuestros actuales indicadores socioeconómicos, como el crecimiento, el desempleo, la pobreza, nos devuelven al año 2004. Pero hay más.
En el país y el resto del mundo, las medidas de distanciamiento social por el coronavirus han convertido en imprescindible la comunicación virtual, pero esta no es posible sin Internet. He ahí la urgente necesidad de eliminar la brecha digital. Por esa brecha, por su culpa, “por su mismísima culpa”, hoy no es posible que, por ejemplo, la educación pública o el servicio de Justicia se ofrezcan de manera virtual a todos los dominicanos. (Recuerden a León Felipe: “Llegar con todos y a tiempo”).
Para tener una idea de la gravedad de la situación, recordemos que, según el portal de INDOTEL, apenas el 28 por ciento de los hogares dominicanos tiene acceso a Internet, que es la herramienta que, -como antes ocurrió con la alfabetización o el servicio eléctrico - separa la civilización de la barbarie.
Tanto Indotel como las telefónicas, especialmente Claro y Altice, han sido reincidentes en sus esfuerzos por llevar Internet a las comunidades donde el servicio no existe o es precario, pero los concejos edilicios y/o sus alcaldes -por razones diversas- han frustrado más de una iniciativa. Por eso, la negociación con el poder municipal no puede ser cosa de telefónicas o de Indotel, sino del mismísimo jefe del Estado, del presidente quiero decir.
No puede ser virtual la educación no universitaria, ni puede serlo la Justicia si, -a la fecha-, siete de cada diez hogares dominicanos viven todavía en esa barbarie tecnológica llamada BRECHA DIGITAL. Entonces, es el tiempo de las soluciones. A grandes males, grandes corazones; que es la patria, joder, es la patria.
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