Alerta sobre los riesgos del vapeo: “Puede destruir el pulmón y ocasionar lesiones irreversibles”

Por RCC-ADMIN
Publicado el 2 dic 2025

Imagen Ilustrativa

El médico pediatra Fernando Burgos advirtió que la mayoría de la población subestima los daños que genera en la salud.

Durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Maru Duffard, Ramón Indart y Cecilia Boufflet, el especialista destacó: “Ver que chicos de apenas 12 o 13 años ya usan vapeadores es demoledor; y lo peor es que muchos padres ni siquiera lo notan hasta que es tarde. El vapeo puede matar”.

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Las cifras confirman la preocupación de los médicos: en 2023, el 8% de los estudiantes secundarios argentinos confesó haber vapeado, mientras la percepción social tiende a minimizar sus riesgos, como si fuera solo una moda o una alternativa “menos dañina” al cigarrillo convencional.

Burgos enfatizó que la problemática actual no admite más dilaciones: “Hay una falsa creencia alimentada por la industria y la publicidad, incluso en redes sociales y entornos escolares. Los chicos lo ven como algo tecnológico, divertido, sin saber que están expuestos a una sustancia adictiva y tóxica.

El uso de vapeadores está totalmente prohibido por ANMAT en la Argentina desde 2011, pero cualquiera puede conseguirlos en kioscos, en redes sociales o cerca de las golosinas. Todo eso —remarcó— es ilegal y la prohibición sigue vigente”.

El especialista explicó que muchos adolescentes —y niños aún más pequeños— adoptan el vapeo como símbolo de estatus o de pertenencia social, algo que se refuerza además con la multiplicidad de sabores y aromas. “Un paciente de doce años trajo un vapeador al consultorio como si fuera una pertenencia normal. Esto es dramático”, relató.

“La nicotina es adictiva y los chicos no tienen defensas frente a ella. Pero el riesgo es mayor porque en estos líquidos hay sustancias como plomo, cadmio, zinc, formaldehído y glicoles, elementos nocivos que terminan en los pulmones y en el torrente sanguíneo de chicos en plena formación”.

Burgos rechazó tajantemente la comparación que suele instalarse entre el vapeador y el cigarrillo convencional: “No hay escala de daño aceptable. Vaporizar no es menos malo. Cuarenta pitadas de vapeo pueden equivaler a un atado de cigarrillos por la cantidad de nicotina absorbida”.

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La facilidad de acceso y el vacío en la aplicación efectiva de las normas fueron otros ejes de su exposición. “La prohibición existe, es concreta y sigue vigente. El ANMAT sancionó su venta, importación y promoción."

  • Sin embargo, el control estatal no alcanza, y la publicidad engañosa sigue sumando consumidores que, además, no encuentran obstáculos para comprar estos productos en ningún lado.

El especialista señaló que el uso no está penalizado operativamente: un chico puede vapear en público sin que nadie lo sancione. Lo grave es que la ilegalidad está en la venta, la distribución y la promoción, y aun así circulan libremente.

Burgos remarcó la necesidad de fortalecer la campaña de información para combatir los mitos: “Muchos jóvenes y adultos creen que calma la ansiedad o que ayuda a dejar de fumar, pero eso no tiene respaldo científico. El vapeador es una trampa: produce adicción, incrementa la irritabilidad y el aislamiento emocional, y multiplica los peligros para el corazón.”

Los principales compuestos se transforman al calentarse y endurecen las arterias, elevan la presión y aumentan la frecuencia cardíaca, lo que, en contextos de estrés emocional, expone al adolescente a más riesgos todavía”.

El pediatra sostuvo que el auge del vapeo sigue una lógica de mercado dirigida específicamente a niños y adolescentes: “Aroma a frutas, colores, personajes de dibujos, aparatos que parecen juguetes, incluso los encuentran cerca de las golosinas en los kioscos. Es un negocio que apuesta a captar consumidores cada vez más jóvenes, y ahí el daño se multiplica”.

  • El problema, además, se agrava por la percepción social: “Como no deja el rastro ni el olor del cigarrillo tradicional, muchos padres no advierten el riesgo”.

Sobre la respuesta del sistema, planteó la urgencia de una política integral: “No puede haber grietas ni discusiones menores en salud pública. La educación es responsabilidad de todos: escuelas, consultorios, familias y medios. El mensaje debe ser único y directo: vapear en la adolescencia es peligroso. No es menos malo, es dañino y adictivo.

Reclamó una respuesta urgente que implique campañas masivas, fiscalización estricta y un compromiso social sin fisuras: “No hay margen para la negligencia ni para la tolerancia social ante un problema cada vez más grave. El vapeo no es moda, es un riesgo sanitario que debe frenar el Estado y toda la sociedad”.

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