Imagen de referencia. Fuente externa.
Cada 30 de enero se celebra el Día Internacional del Croissant, un ícono de la pastelería mundial cuyo sabor y textura lo han convertido en un favorito indiscutible.
Aunque suele asociarse con Francia, el origen del croissant se remonta a la Viena del siglo XVII. Según la historia más difundida, su creación surgió tras un intento de invasión otomana.
Fueron los panaderos vieneses, que trabajaban en la madrugada, quienes detectaron a las tropas enemigas y alertaron a las fuerzas defensoras, permitiendo que estas repelieran el ataque. En agradecimiento, el emperador Leopoldo I los condecoró y, para conmemorar la victoria, los panaderos elaboraron un pan en forma de media luna, inspirado en el símbolo de la bandera otomana.
El croissant llegó a Francia en 1770, cuando María Antonieta, de origen austríaco, lo introdujo en la Corte. Sin embargo, fue en 1839 cuando ganó notoriedad gracias al pastelero austríaco August Zang, cuya versión evolucionó hasta que, en 1920, los chefs franceses adoptaron la masa de hojaldre con mantequilla, dando origen al croissant que conocemos hoy.