Japón establece restricciones a nombres inusuales para salvaguardar el bienestar infantil

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Japón ha implementado nuevas restricciones legales con el objetivo de evitar que los menores enfrenten problemas sociales o administrativos por llevar nombres considerados demasiado inusuales o extravagantes.
Esta normativa responde al auge de los llamados nombres "kirakira", un término que en japonés alude a lo brillante o reluciente, y que se ha vuelto popular entre padres que buscan originalidad.
Estos nombres, aunque creativos, han generado controversia debido a su dificultad de pronunciación y a las connotaciones que podrían dar lugar a burlas o malentendidos. Mediante una modificación en la Ley del Registro Familiar, el gobierno japonés ha establecido limitaciones en el uso de caracteres kanji en los nombres, con el fin de impedir combinaciones que resulten problemáticas.
Entre los nombres considerados inapropiados se encuentran opciones como “Jewel”, “Lovely”, “Kitty”, “Elsa”, “Prince”, “Naruto”, “Pikachu” y “Naiki”, que en muchos casos ya no serán aceptados por las autoridades locales.
Según el South China Morning Post, los registros civiles japoneses ahora podrán rechazar oficialmente cualquier nombre que pueda representar un obstáculo para el bienestar futuro del niño.
Uno de los casos más recordados y que sentó precedente fue el de Shigeru y Ayako Sato, quienes en 1994 intentaron inscribir a su hijo con el nombre "Akuma", que significa "Diablo". Shigeru Sato defendió su decisión afirmando que deseaba un nombre único e inolvidable para su hijo. Al principio, el registro aceptó el nombre, pero tras una ola de críticas por sus connotaciones negativas, se anuló la inscripción. Finalmente, tras un proceso legal, los padres accedieron a modificarlo.
El caso "Akuma" reavivó el debate sobre los límites del derecho a nombrar a un hijo y ha influido en la reciente reforma legal, que se implementó formalmente el 26 de mayo de 2025.
Las nuevas disposiciones exigen que los nombres elegidos sean comprensibles, culturalmente apropiados y fáciles de pronunciar. Con ello se pretende evitar situaciones que puedan poner en desventaja a los menores, tanto en su vida cotidiana como en trámites oficiales.
El cambio podría señalar el fin de una era de nombres llamativos en Japón, promoviendo un regreso a opciones tradicionales en un intento de reforzar la cohesión social y reducir los riesgos asociados con la elección de nombres poco convencionales.









