Los hábitos y signos para reconocer a una persona egocéntrica, según estudios de la psicología

egocentrismo
El egocentrismo es una característica que, si bien es normal en la infancia, puede volverse problemática cuando persiste en la adultez.
A diferencia de otros rasgos de la personalidad, este comportamiento dificulta la comprensión de perspectivas ajenas y puede afectar la manera en que una persona interactúa con su entorno.
Aunque no siempre indica un trastorno, su presencia constante en un individuo puede provocar conflictos en las relaciones interpersonales. Comprender las causas del egocentrismo y cómo se manifiesta en la vida diaria es clave para identificar a estas personas y establecer límites saludables.
¿Qué es el egocentrismo y cuáles son sus causas?
Desde el punto de vista psicológico, el egocentrismo es la tendencia a priorizar los propios intereses sin considerar los de los demás. Según la psicóloga Laura Palomares, esta actitud no siempre implica una intención de aprovecharse de otros, sino más bien una falta de conciencia sobre la importancia de la reciprocidad en las relaciones. Las causas del egocentrismo pueden ser diversas, desde patrones de crianza hasta experiencias traumáticas o rigidez en el pensamiento.
El psicólogo suizo Jean Piaget afirmaba que el egocentrismo es un rasgo natural en la infancia que disminuye a medida que la persona madura cognitivamente. Sin embargo, en algunos casos, puede persistir debido a dificultades emocionales o a la falta de aprendizaje en la interacción social. Además, ciertas condiciones psicológicas, como el trastorno narcisista de la personalidad, pueden favorecer su desarrollo.
Señales que delatan a una persona egocéntrica
Según el Gabinete Psicológico en Mataró, existen varios rasgos que permiten identificar a una persona egocéntrica. Uno de los más notorios es su necesidad de reconocimiento y validación constante. Estas personas suelen exagerar sus logros y habilidades, proyectando una imagen de autoconfianza que en realidad esconde inseguridades profundas.
Otro indicio común es la distorsión de la autoimagen. Los egocéntricos suelen verse a sí mismos de manera idealizada, ignorando cualquier crítica que desafíe su percepción de superioridad. Esto los hace extremadamente sensibles a los comentarios negativos y poco receptivos a la retroalimentación.
La falta de empatía es otro factor clave. Al no poder ponerse en el lugar de los demás, tienen dificultades para comprender o validar los sentimientos ajenos. Esto se manifiesta en su manera de comunicarse, ya que suelen interrumpir o desviar las conversaciones hacia sus propios intereses. En un entorno social, pueden mostrarse indiferentes a los problemas de los demás o minimizar sus experiencias si no están directamente relacionados con ellos.
Las comparaciones constantes con otras personas también son frecuentes en los egocéntricos. Tienden a evaluar su valor personal en función de cómo se posicionan frente a los demás, lo que genera una dinámica de competencia en sus relaciones. Esta necesidad de reafirmar su superioridad puede provocar conflictos y dificultar la construcción de vínculos genuinos.
Egocentrismo y narcisismo: ¿en qué se diferencian?
Aunque el egocentrismo y el narcisismo comparten rasgos similares, existen diferencias fundamentales entre ambos. La psicóloga Elisaveta Franzoso explica que la principal distinción radica en la forma en que cada uno percibe y reacciona ante los demás. Mientras que los egocéntricos no consideran las perspectivas ajenas por falta de conciencia, los narcisistas pueden reconocerlas, pero simplemente no les importan.
El especialista Robert Taibbi, en un artículo para Psychology Today, señala que, si bien los narcisistas suelen ser egocéntricos, no todas las personas egocéntricas son narcisistas. La diferencia radica en el nivel de manipulación y en la intención detrás de su comportamiento. Los narcisistas buscan utilizar a los demás para su propio beneficio, mientras que los egocéntricos simplemente carecen de habilidades para interactuar de manera equitativa.
Según Taibbi, las experiencias de la infancia pueden influir en el desarrollo de estas características. Los niños que fueron el centro de atención constante de sus padres o que crecieron sin una estructura disciplinaria clara tienen una mayor tendencia a desarrollar rasgos narcisistas. Por otro lado, los hijos únicos pueden desarrollar un comportamiento egocéntrico debido a la falta de interacciones competitivas con hermanos.
Otro aspecto diferenciador es la manera en que buscan atención. Los egocéntricos desean reconocimiento, pero pueden ceder la palabra si es necesario. En cambio, los narcisistas monopolizan las conversaciones, redirigiéndolas constantemente hacia sus logros o experiencias. Además, aunque los egocéntricos pueden mostrar empatía en ciertas situaciones, los narcisistas la fingen con el único propósito de manipular a los demás.









