“... y que quede permitido apostar a la libertad de los besos, incluso en el peor de los casinos”. J. Umbrales.

PERDON.- Pido perdón por la indiscreción, por faltar a la amistad y por traicionar la confianza depositada en mí por un funcionario palaciego amigo. Pero uno es lo que es y no hay manera de evitarlo, como demuestra el cuento del escorpión que, obedeciendo el llamado de su esencia, mordió al elefante que al transportarlo le salvaba la vida, aunque hacerlo le costara la suya. Esencia de periodista, de viejo sabueso que, estando en lugar apropiado en el momento preciso, tuvo acceso a estos próximos decretos presidenciales de impostergable promulgación en las próximas horas de este viernes, y de importancia fundamental para las almas. Perdón por la falta. Pero ahí les van. Y felicidades a los agraciados.

DECRETO PRIMERO.- “Queda decretado que todos los días de la semana, inclusive los martes más grises, tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo. Que, a partir de este instante, habrá girasoles en todas las ventanas, que deberán permanecer abiertas todo el día para el verde donde crece la esperanza. Decretado queda aquí, que el hombre confiará en el hombre como la palmera confía en el viento, como el viento confía en el aire, como el aire confía en el campo azul del cielo. Queda decretado, además, que  los hombres estarán libres del yugo de la mentira, y ya nunca más será preciso usar la coraza del silencio ni la armadura de las palabras. El hombre se sentará a la mesa  con la mirada limpia, porque la verdad pasará a ser servida antes del postre”.

DECRETO SEGUNDO.- Por medio de este decreto queda establecida durante diez siglos la práctica soñada del profeta Isaías: “el lobo y el cordero pastarán juntos y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora”. Además, por decreto irrevocable queda establecido el reinado permanente de la justicia y de la caridad. A partir de este momento, la alegría será una bandera generosa para ser siempre enarbolada en el alma del pueblo. De igual forma, queda decretado que el mayor dolor siempre fue y será siempre no poder dar amor a quien se ama, sabiendo que es el agua quien da a la planta el milagro de la flor. Además, y por medio del presente decreto, queda permitido que el pan de cada día tenga en el hombre la señal de su sudor, pero que sobre todo tenga siempre el caliente sabor de la ternura. Queda permitido a cualquier persona a cualquier hora de la vida el uso del traje blanco y las chalinas negras”.

DECRETO TERCERO.- Queda decretado que el dinero no podrá nunca más comprar el sol de las mañanas, y a partir de la fecha, tendrá fecha de vencimiento para que los hombres no puedan acumularlo para tener poder sobre sus hermanos. Así, expulsado del gran baúl del miedo, el dinero se transformará en una espada fraternal, para defender el derecho de cantar y la fiesta del día que llegó. Decrétese, finalmente, que en esta tierra nada estará obligado ni prohibido. Todo será permitido, incluso jugar con los rinocerontes los lunes, caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa, e incluso apostar a la libertad de los besos en el peor de los casinos. Parágrafo único: sólo una cosa queda prohibida en esta tierra: amar sin amor”. Traducción libre, antojadiza y con gadejo del poema: “Los estatutos del hombre y la mujer”, de Thiago de Melo. Santiago de Chile, abril de 1964.