En nuestro diario vivir, es difícil evadir completamente los temas económicos del momento. En la portada de un periódico vemos opiniones sobre el salario mínimo. En la radio escuchamos discusiones sobre la deuda externa y, día tras día, vivimos la economía de este país. Sin embargo, existe algo que—para nuestra desventaja—debido a la falta de tiempo o de interés, con frecuencia, evadimos con gran facilidad: El estudio y análisis de la Economía. Aunque la confrontación con esta materia no implica que seamos economistas, el conocimiento de los efectos económicos que conlleva cualquier política no se deberían ignorar. Un primer paso, para familiarízanos con la economía es analizar la lección que el periodista Henry Hazlitt, en el año 1946, expuso con su libro Economía en Una Lección. La valiosa enseñanza se encuentra en la idea que: “El Arte de la Economía consiste en considerar no los efectos inmediatos, sino los que se producirán a largo plazo por cualquier acto o medida política; en calcular las repercusiones de tal política, no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores”. Un ejemplo que nos ayudará a relacionar esta lección con la realidad, es la famosa falacia de la vitrina rota del economista Frances: Frédéric Bastiat (1801-1850). La falacia consiste en lo siguiente: imaginémonos que un niño lanza una piedra hacia la vitrina principal de una panadería, el impacto de la piedra destruye la vitrina, enfureciendo al panadero. Sin embargo, luego de unos momentos de tranquilidad y reflexión, un cliente le comenta al panadero que, aunque las acciones del niño no fueron éticas, la reparación de la misma creará empleo e ingreso de RD$ 5,000.00 para un cristalero. Aun mas allá, el cliente concluye que las acciones del niño “estimularan” la economía, ya que el cristalero luego gastará parte o todos sus ingresos en otros bienes o servicios. Es fácil pensar que el argumento presentado por el cliente es correcto. El efecto instantáneo es la contratación del cristalero, lo cual crea un beneficio para éste que antes no existía. Sin embargo, apartándonos de lo inmediato, descubrimos el efecto dañino creado por la destrucción. Descubrimos que al panadero contratar a el cristalero, el panadero tiene RD$ 5,000.00 menos para satisfacer sus deseos de consumir, invertir, o ahorrar, quizás ausente el escaparate roto, el panadero hubiese contratado a un sastre para una chaqueta de vestir; luego, el sastre hubiese ahorrado, invertido, o comprado otro producto, creando un efecto similar a la contratación del cristalero. Ahora, si ambos casos crean empleo y “estimulan” la economía, cual es la diferencia entre estas dos posibilidades? La respuesta está en que, en el caso de la vitrina rota, nada nuevo es creado. El panadero empieza con una ventana y termina con la misma ventana. Versus el caso contrario, sin la destrucción de la vitrina, el panadero empieza y termina con una ventana, más una chaqueta de vestir. Aunque el ejemplo anterior se basa en los efectos económicos de la destrucción, ya sea por piedras, guerras, o otros motivos, esta lección aplica para otras circunstancias. aplica para toda política que inclina proteger ciertas industrias, que fomenta el incremento de impuestos, y que motiva la impresión de moneda inorgánica. En otras palabras, aplica a cualquier política que ataque nuestra libertad económica. Ricardo Espaillat