Queridos amigos:
Me comunicaron ayer domingo que había muerto en República Dominicana mi amigo Mario Rivadulla. Tenía Covid y tenía 92 años. Tal vez si no hubiera tenido una de las dos complicaciones, el virus o la edad avanzada, estaría aún entre nosotros.
Hace unos días recibí su libro sobre Máximo Gómez, el dominicano que dirigió la guerra de independencia de Cuba contra España. Mario nunca dejó de escribir. Era un trabajador formidable e incansable. En 1970 se exilió en Santo Domingo. Había acabado de salir de la prisión política cubana, pese a haber sido amigo de Fidel.
Dirigió la Juventud Ortodoxa, la rama juvenil del mayor partido político de Cuba a mediados del siglo XX. Podía escribir todo un libro con sus recuerdos de ese periodo.
“¿Por qué no te fuiste a Miami, como tantos cubanos?” -le pregunté un día. “Porque no podía ser útil” -me respondió. En efecto, ser útil era su razón de vivir. Ser útil y amar a Dulce, su mujer dominicana, con quien tuvo varios hijos.
Afirma el escritor y periodista Luis Beiro, presente en el Listín Diario y en otras publicaciones, que: “No se podrá escribir la historia dominicana de los últimos 50 años sin tomar en cuenta sus “Temas de tiro rápido”.
Es cierto. Algunos cubanos (Eduardo Palmer, Cecilio Vázquez, Pedro Ramón López, el propio Luis Beiro, y un corto etcétera) han ido a Dominicana a ser útiles. Descanse en paz Mario Rivadulla. Sus amigos no te olvidarán nunca.
Les habló, Carlos Alberto Montaner.
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