(Bloomberg) -- Los desequilibrios fiscales podrían amenazar el éxito de América Latina en el control de la inflación ya que los gobiernos de toda la región impulsan el crecimiento a través de un mayor gasto público, según el Banco Mundial.
Latinoamérica está “teniendo dificultades” para defender la disciplina macroeconómica a medida que las autoridades incumplen o relajan sus reglas fiscales, señaló William Maloney, economista jefe para América Latina y el Caribe del banco durante una entrevista. A medida que los países de toda la región aumentan los salarios mínimos para motorizar el consumo, ponen también en peligro los avances logrados en la reducción de las tasas de inflación históricamente elevadas.
“Ha habido mucha presión sobre los gobiernos para estimular la economía por cualquier medio”, explicó Maloney. En su último informe, el banco estima que América Latina crecerá un 1,9% este año y un 2,6% el próximo, superando ligeramente las previsiones anteriores, pero aún situándose entre las tasas regionales más bajas del mundo. Esto es definitivamente “una advertencia”, agregó el economista.
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Con el desempleo en mínimos históricos pero con los salarios aún recuperando sus niveles previos a la pandemia, los hogares dependen de la ayuda gubernamental para completar sus ingresos mensuales. En el frente político, Maloney también ve resistencia a las reformas fiscales o tributarias que podrían generar más ingresos y, si bien las altas tasas de interés lograron “vencer” la inflación, a la vez presionaron a los bancos centrales, a quienes se culpó públicamente por el lento crecimiento.
“La región logró controlar bien la inflación, pero tenemos que defender esos avances, y eso significa controlar la política fiscal”, afirmó.
El Banco Mundial espera que los bancos centrales más importantes alcancen sus metas de inflación este año o el próximo, ya que muchos siguen relajando la política monetaria. Colombia y Perú redujeron los costos de endeudamiento a un mínimo de dos años el mes pasado, mientras que se estima que Chile llevará a cabo otro recorte de un cuarto de punto la próxima semana. Aun así, las principales economías como México están flexibilizando su política monetaria muy gradualmente, mientras que Brasil acaba de iniciar un ciclo de alzas a medida que la contracción en los mercados laborales reavivan los temores inflacionarios.
“De manera implícita, Brasil está diciendo que bajó las tasas de interés demasiado rápido”, dijo Maloney. El banco estima que es probable que las tasas de interés reales se mantengan por encima de los niveles previos a la pandemia en toda la región. “Las autoridades monetarias deben proceder con cautela, porque queremos que las tasas de interés bajen lo más rápido posible pero sin poner en peligro las ganancias contra la inflación en el proceso”, apuntó.
Los presidentes de toda la región siguen contando con un mayor gasto público para mejorar los niveles de vida, incluso cuando disminuyen las transferencias de dinero implementadas durante la pandemia. México, Bolivia, Costa Rica, Ecuador y República Dominicana aumentaron “significativamente” sus salarios mínimos con un impacto positivo en los indicadores sociales clave. Sin embargo, los mercados laborales no son infinitamente resilientes, advierte el banco, y nuevos incrementos pueden disuadir la creación de empleo y profundizar la informalidad y las tasas de desempleo.
Con una deuda que representa el 62,8% del producto interno bruto, el progreso en la reducción de pasivos es “limitado” y la región necesita más espacio fiscal a través de ganancias en eficiencia, reducciones del gasto y mayores ingresos fiscales, aclaró el banco. Es poco probable que propuestas como gravar a los millonarios, como ha impulsado Brasil en las reuniones del G20, permitan abordar los desafíos fiscales de la región. En cambio, un impuesto al patrimonio administrado adecuadamente podría generar ingresos equivalentes al 3% del PIB.
La inversión sigue siendo débil en países como Argentina, Chile, Colombia y Perú. El crecimiento fue impulsado “en gran medida” por el consumo y los avances en la reducción de la pobreza y la desigualdad sigue siendo “lenta”, en lo que Maloney llama un “estrangulamiento de la clase media” a partir del aumento de los costos de la educación privada y de los sistemas de pensiones.
“Ninguno de nuestros países está creciendo especialmente bien de cara al futuro”, alertó Maloney. “Necesitamos avanzar a tasas cercanas al 5% y eso significa que tenemos que tomar muy en serio el tipo de medidas estructurales” necesarias para lograr ese crecimiento.
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