Baja participación marca elecciones legislativas y regionales en Venezuela

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Venezuela celebró este domingo elecciones legislativas y de gobernadores en un ambiente de baja participación, marcado por el desánimo ciudadano, llamados opositores a la abstención y recientes arrestos relacionados con denuncias de conspiración contra el proceso.
Más de 21.4 millones de venezolanos estaban convocados para elegir 285 diputados de la Asamblea Nacional y 24 gobernadores, incluyendo la nueva autoridad regional para El Esequibo, zona en disputa con Guyana.
La jornada transcurrió con escasa afluencia en los centros de votación, según reportes locales, mientras persisten cuestionamientos a la legitimidad del proceso electoral, alimentados por la reciente reelección de Nicolás Maduro y la detención de al menos 70 personas en los días previos a los comicios.
La región del Esequibo ha sido objeto de controversia histórica, y su inclusión en estas elecciones refuerza la postura del gobierno venezolano de reclamar soberanía sobre ese territorio, cuya delimitación fue fijada en 1899 por una comisión de arbitraje integrada por representantes de Reino Unido, Rusia y Estados Unidos.
Pero, como se había anticipado, la jornada electoral arrancó con muchos centros de votación vacíos, según constató The Associated Press en recorridos por el centro y el este de Caracas, en un marcado contraste con las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Maduro, quien generalmente acude a sufragar prácticamente en cuanto abren las urnas, no lo había hecho el domingo pasadas más de cuatro horas del inicio de la jornada.
No está en juego ni su posición en el poder ni la Presidencia de Maduro, pero para muchos la importancia de esta votación radica en que será prueba para el sistema electoral de Venezuela, que nunca publicó las actas electorales que probaran la victoria de Maduro en su reelección y que enfrentó críticas internacionales y denuncias de irregularidades y abusos.
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"No voy a votar, no creo en el CNE (la autoridad electoral), no creo que vayan a respetar el voto", dijo un ciudadano venezolano.
Además de la detención de decenas de personas señaladas por el gobierno por un presunto complot para sabotear la elección —entre las que se incluye al exlegislador opositor Juan Pablo Guanipa, cercano colaborador de la líder opositora María Corina Machado—, estas elecciones llegan precedidas por el descrédito de los resultados de los comicios presidenciales de julio del año pasado.
Los comicios también servirán para calibrar el ánimo de los electores, principalmente, de los afines a la oposición o de quienes ansían un cambio de rumbo para Venezuela.
"No voy a votar, no creo en el CNE (la autoridad electoral), no creo que vayan a respetar el voto; nadie olvida lo que pasó en las presidenciales. Es triste, pero es así", dijo Carlos León, un chofer de camión de 41 años, quien tomaba un café a pocos metros de un desolado centro de votación habilitado en una escuela del centro de Caracas.
Boicot
Machado llamó a boicotear los comicios argumentando que "no procede participar en elecciones de ningún tipo" hasta que se reconozca el resultado del 28 de julio.
Esa postura, avalada por numerosos dirigentes opositores, concede una amplia ventaja a los candidatos de la coalición oficialista.
El oficialismo, que tiene bajo su mando 19 gobernaciones de 23, también controla más de 90% de los escaños de la actual Asamblea Nacional.
Algunos aliados de Maduro, por su parte, justifican la escena de escasos electores, argumentando que el sistema automatizado permite acelerar enormemente el proceso.
"No vamos a ver las grandes colas (filas) porque el proceso es muy rápido", dijo a la televisión estatal el dirigente oficialista Freddy Bernal, que busca la reelección como gobernador del estado Táchira, fronterizo con Colombia.
Algunos electores dieron su voto de confianza al gobierno.
"Vine tempranito a votar como siempre lo he hecho. Sé que el país está mal, pero tengo confianza que el gobierno puede hacerlo mejor. Voto por la paz en Venezuela", dijo Andrea Martínez, una ama de casa de 34 años, quien se encontraba entre un puñado de personas que buscaba en una lista el número de la mesa donde le correspondía votar.
Pero muchos venezolanos consideran que participar en la jornada electoral es una forma de legitimar la pretensión de Maduro de reivindicar su poder y avalar con su voto el uso del aparato represivo de su gobierno, que tras las elecciones presidenciales de julio de 2024 detuvo a más de 2.000 personas.
El ministro de Interior, Diosdado Cabello, indicó esta semana sobre la nueva oleada de detenciones que las investigaciones preliminares apuntan a que los sospechosos, encabezados por Guanipa, planeaban secuestrar a altos funcionarios del gobierno y a opositores.
Guanipa permanecía en la clandestinidad para evitar ser arrestado a raíz de las protestas poselectorales del año pasado.
Los comicios fueron convocados en enero luego de la controvertida elección presidencial de julio de 2024 en la que el organismo electoral proclamó ganador a Maduro. La oposición —que presentó pruebas creíbles de la victoria de su candidato Edmundo González por una ventaja de 2 a 1 frente al presidente— y varios gobiernos de la región, así como Estados Unidos y Europa desconocieron el anuncio oficial que daba la reelección a Maduro por seis años más.
González, de 75 años y ahora exiliado en España, es reconocido por algunos países como legítimo presidente electo de Venezuela.
Las últimas elecciones presidenciales eran, para algunos, una oportunidad de fraguar un cambio de rumbo político en el país, que enfrenta una nueva crisis económica y que, según datos de Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), ha visto emigrar a 7,7 millones de venezolanos desde 2014.
En estos comicios, por la oposición participa un grupo de organizaciones opositoras vistas como cercanas al oficialismo y políticos disidentes a quienes el Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el gobierno, les entregó en el pasado lustro la dirección, símbolos, colores y tarjetas de los tres principales partidos de oposición.
Los candidatos asociados a Manuel Rosales, un dirigente opositor que se postuló ignorando el llamado de Machado, se cuentan entre los opositores con más posibilidades de ser electos.
Rosales busca la reelección como gobernador del estado petrolero de Zulia, un histórico bastión de la oposición en los últimos 25 años de gobiernos del ahora fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), y de su sucesor y heredero político, Nicolás Maduro.
Los gobernadores de los estados Barinas (Sergio Garrido), Cojedes, (Alberto Galíndez) y Nueva Esparta (Morel Rodríguez), que a semejanza de Rosales fueron los únicos opositores elegidos en los pasados comicios, también buscan la reelección.









