Prácticas cotidianas que perjudican el páncreas y cómo reducir el riesgo de enfermedades severas

Pancreas/RCC Noticias
El páncreas, un órgano esencial para el funcionamiento del cuerpo, puede resultar severamente comprometido por costumbres diarias que muchas veces pasan desapercibidas. Así lo explica Dipa Kamdar, profesora de Práctica Farmacéutica en Kingston University, en un artículo difundido por The Conversation.
Conductas como beber alcohol en exceso, fumar, mantener una dieta desequilibrada, acumular sobrepeso y llevar una vida sedentaria actúan como amenazas directas para la salud pancreática. Reconocer estos factores y corregirlos es clave para prevenir enfermedades graves como pancreatitis, diabetes o cáncer de páncreas.
Funciones vitales del páncreas
Este órgano cumple dos labores esenciales: por un lado, produce enzimas que ayudan a descomponer los alimentos; por otro, secreta hormonas como la insulina y el glucagón, que regulan la glucosa en sangre. Cualquier alteración en su funcionamiento repercute tanto en la digestión como en el metabolismo energético.
Entre los hábitos más perjudiciales destaca el consumo elevado de alcohol, una de las principales causas de pancreatitis. La pancreatitis aguda provoca dolor abdominal intenso, náuseas y vómitos, y puede requerir hospitalización.
Cuando los episodios se repiten, puede evolucionar hacia pancreatitis crónica, donde la inflamación persistente causa cicatrices y pérdida definitiva de la función del órgano. Esto conduce a problemas como mala absorción de grasas, desnutrición, diabetes y un riesgo mayor de cáncer pancreático.

El daño por alcohol es multifactorial: el etanol puede activar enzimas dentro del páncreas, provocando un proceso de autodigestión que desencadena inflamación grave. También espesa los jugos pancreáticos, favoreciendo la formación de tapones proteicos que pueden transformarse en cálculos y bloquear los conductos.
Además, durante su metabolización se genera acetaldehído, una sustancia tóxica que daña e irrita las células pancreáticas, manteniendo activa la inflamación. Las recomendaciones internacionales apuntan a no sobrepasar las 14 unidades de alcohol por semana, distribuidas en varios días y evitando el consumo intenso en una sola ocasión.
Fumar también incrementa la probabilidad de pancreatitis, tanto aguda como crónica. Las investigaciones citadas por Kamdar demuestran que el riesgo aumenta según la cantidad de cigarrillos consumidos; sin embargo, dejar el tabaco puede reducirlo significativamente, hasta equipararlo al de una persona no fumadora después de 15 años.
El tabaco también está íntimamente relacionado con el cáncer de páncreas. La nicotina altera el equilibrio de calcio dentro de las células pancreáticas y agrava la inflamación, mientras que los carcinógenos presentes en el humo pueden dañar el ADN y provocar mutaciones que favorecen el crecimiento tumoral.

Alimentación, peso corporal y sedentarismo: factores que sí se pueden cambiar
La dieta es otro elemento determinante. Un consumo elevado de grasas saturadas, carnes procesadas y carbohidratos refinados incrementa los problemas pancreáticos. La pancreatitis aguda puede originarse por cálculos biliares formados a partir de niveles altos de colesterol, los cuales bloquean el conducto biliar y retienen enzimas digestivas dentro del páncreas.
Asimismo, niveles elevados de triglicéridos pueden obstruir vasos pancreáticos, disminuyendo el flujo de oxígeno y liberando sustancias irritantes. El consumo frecuente de azúcar provoca picos continuos de glucosa que sobrecargan el páncreas, reducen la sensibilidad a la insulina y elevan el riesgo de cáncer pancreático.
La obesidad potencia todos estos riesgos. La grasa acumulada en el páncreas desplaza células sanas y deteriora su estructura, un fenómeno conocido como esteatosis pancreática.
También aumenta los niveles de moléculas inflamatorias como TNF-alfa e IL-6, que mantienen activa la inflamación y favorecen el desarrollo tumoral. Además, las personas con obesidad suelen presentar más cálculos biliares y alteraciones en la sensibilidad a la insulina.
El sedentarismo empeora la resistencia a la insulina, obligando al páncreas a trabajar más para regular la glucosa, lo que eleva la vulnerabilidad a la diabetes y al cáncer de páncreas. En contraste, la actividad física regular fortalece el sistema inmune, mejora la salud celular y reduce el riesgo de trastornos metabólicos y cáncer.
Las recomendaciones actuales sugieren 150 minutos de ejercicio moderado o 75 minutos de actividad vigorosa por semana, junto con entrenamiento de fuerza al menos dos veces por semana.
Identificar señales y buscar atención a tiempo
Las enfermedades pancreáticas pueden ser severas e irreversibles. La pancreatitis aguda o crónica puede causar malabsorción, diabetes y mayor predisposición al cáncer. El cáncer de páncreas puede inducir diabetes al afectar la producción de insulina, mientras que la diabetes también puede aumentar el riesgo de cáncer pancreático.

Detectar síntomas tempranos es esencial. Según el análisis de Kamdar, deben considerarse señales de alarma: dolor abdominal persistente, pérdida de peso sin causa aparente, falta de apetito, náuseas o vómitos continuos, ictericia, heces grasosas o malolientes y fatiga constante.
La ventaja es que muchos de los factores de riesgo se pueden modificar. Reducir el alcohol, abandonar el tabaco, elegir una dieta rica en frutas, vegetales y cereales integrales, y mantener actividad física regular son acciones eficaces para proteger la salud pancreática.
Incluso pequeños ajustes, como preferir proteínas vegetales o disminuir el consumo de bebidas azucaradas, ayudan a aliviar la carga del páncreas.
Fuente: Infobae











